La FIFA contempla reasignar sedes si surgen conflictos graves; México podría recibir más partidos del Mundial 2026 si EE. UU. enfrenta inestabilidad.

La creciente tensión geopolítica en distintas partes del mundo ha despertado incertidumbre entre los aficionados del fútbol, particularmente sobre el desarrollo del Mundial de 2026, que será organizado conjuntamente por México, Estados Unidos y Canadá. Ante posibles conflictos internacionales, muchos se preguntan si la justa deportiva continuará como está planeada o si existiría la opción de que México reciba más partidos del torneo.
Aunque los conflictos armados actuales están lejos del continente americano, el impacto global que generan en términos logísticos y de seguridad puede afectar eventos internacionales, como es el caso de una Copa Mundial. En este contexto, quienes ya adquirieron boletos o planean viajar han comenzado a expresar dudas razonables sobre los posibles ajustes en la organización del certamen.
Desde una perspectiva normativa, la FIFA tiene la facultad de modificar la sede de un Mundial si surgen eventos extraordinarios que pongan en riesgo el desarrollo seguro del torneo. El reglamento contempla casos de fuerza mayor, como guerras, crisis políticas severas o desastres naturales, que pueden justificar la intervención del organismo rector del fútbol. En tales casos, la decisión recae en el Consejo de la FIFA, integrado por representantes de todas las confederaciones del mundo.
En el escenario hipotético de que Estados Unidos, uno de los principales anfitriones del Mundial 2026, se vea envuelto en un conflicto bélico de gran magnitud, la FIFA podría actuar y considerar una redistribución de los partidos. Esto implicaría trasladar encuentros a otras sedes dentro de la región, priorizando países como México y Canadá, siempre que garanticen condiciones logísticas, de infraestructura y de seguridad adecuadas.
Históricamente, la FIFA nunca ha reubicado completamente una Copa Mundial por razones de guerra en la era moderna. No obstante, sí existen antecedentes de reasignaciones previas, como ocurrió en 1986, cuando México se convirtió en anfitrión tras la renuncia de Colombia, aunque en esa ocasión la decisión fue tomada con años de antelación.
Por el momento, no existe ninguna confirmación oficial sobre un posible cambio en la distribución de partidos para el Mundial de 2026. Sin embargo, la posibilidad permanece abierta como parte de los protocolos internos de la FIFA para responder a circunstancias imprevistas. Cualquier modificación futura dependería de una evaluación técnica, política y logística, y sería comunicada oficialmente por el Consejo de la FIFA.
Ante ello, los aficionados deben mantenerse informados a través de canales oficiales, mientras continúa la cuenta regresiva hacia uno de los eventos deportivos más esperados del mundo.