Trump bombardea Irán: la jugada más peligrosa de su presidencia

Trump ordenó un ataque militar sin precedentes contra instalaciones nucleares iraníes, confiando en que EE.UU. podrá repeler represalias y destruir la capacidad nuclear del régimen.

Trump

Donald Trump ha realizado la mayor y más arriesgada jugada de su segundo mandato presidencial al ordenar un ataque militar contra la infraestructura nuclear iraní, rompiendo con la prudencia que mantuvieron sus cuatro antecesores en el cargo. Su decisión fue motivada por el temor de que Irán, tras sobrevivir a recientes ataques de Israel, se encontrara a un paso de desarrollar un arma nuclear funcional.

La operación, ejecutada a las 2:30 a. m. del domingo (hora de Irán), consistió en un bombardeo con aviones B-2 que lanzaron las bombas antibúnker más poderosas del arsenal estadounidense sobre instalaciones clave, especialmente el complejo subterráneo de Fordow, considerado inaccesible incluso para Israel. Para Trump, destruir este sitio era crucial para frenar la producción de uranio enriquecido casi apto para armamento nuclear.

A ojos del presidente, se trató de un acto preventivo. Apuesta a que su demostración de fuerza debilitará a un régimen iraní golpeado, que ha perdido el respaldo de aliados como Hamás, Hizbulá, Siria y el silencio de Rusia y China. También confía en que Estados Unidos podrá manejar cualquier represalia iraní, ya sea mediante misiles, terrorismo o ciberataques, y que se ha debilitado lo suficiente como para no reconstruir su programa nuclear a corto plazo.

La administración Trump argumenta que la operación no equivale a una declaración de guerra, sino a una acción quirúrgica destinada a eliminar una amenaza concreta. Sin embargo, diplomáticos europeos han señalado que la comparación con el asesinato de Osama bin Laden no es adecuada, ya que Irán, hasta el momento, no había fabricado una bomba nuclear.

En su mensaje desde la Casa Blanca, Trump, acompañado por figuras clave como el vicepresidente JD Vance, el secretario de Estado Marco Rubio y el secretario de Defensa Pete Hegseth, lanzó una amenaza directa a Teherán: si no ceden ante sus exigencias, los ataques continuarán con mayor fuerza y rapidez. Aseguró que aún quedan muchos blancos potenciales y que, o habrá paz, o una tragedia aún mayor para Irán.

El ataque representa una nueva fase de implicación directa de Estados Unidos en el conflicto con Irán, después de que inicialmente Trump negara vínculos con los recientes ataques israelíes. Con esta acción, la Casa Blanca envía un mensaje claro de alineamiento con Israel y una postura más agresiva ante la amenaza nuclear iraní.

La comunidad internacional y sectores del Congreso estadounidense han expresado su preocupación. El senador demócrata Mark Warner acusó a Trump de actuar sin consultar al Legislativo ni considerar evaluaciones de inteligencia que indicaban que Irán no había decidido avanzar hacia la fabricación de una bomba.

Ahora, el futuro es incierto. Si Irán se ve incapaz de responder y cede en sus ambiciones, Trump podrá reclamar que logró lo que otros no se atrevieron a hacer. Pero si Irán reconstruye su programa de forma clandestina y sigue el modelo norcoreano, el conflicto podría escalar aún más. Para muchos, la gran pregunta es si esta apuesta militar evitará una amenaza o sembrará el inicio de una nueva era de inestabilidad global.

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